jueves, 12 de mayo de 2016

Qué razón tenía Sor Juana

“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que juzgáis.”

-                                                                                                         -   Sor Juana Inés de la Cruz.

Viendo y viviendo las vicisitudes de nuestra cotidianidad política, económica y social, llegaron a mi mente las sabias palabras de Doña Sor Juana Inés de la Cruz.

No sé a Usted; pero a mí me llama la atención lo que está sucediendo en varios de los países latinoamericanos, que están haciendo cambios trascendentales en su administración pública, en aras de “castigar” la corrupción.

Lamentablemente en nuestro país una gran mayoría nos hemos vuelto demasiado “comodines”, si es que el término se acomoda, y como dice la frase que encabeza el presente: somos la ocasión de lo mismo que juzgamos.

Hacemos críticas y, la mayoría muy severas, sobre la ineficiencia de nuestros legisladores y gobernantes, así como de algunos de los dirigentes que rigen el destino de nuestras instituciones; pero acaso, ¿somos lo suficientemente autocríticos para evaluar nuestra propia eficiencia?

¿Qué tan a menudo nos cuestionamos a nosotros mismos sobre nuestra productividad, honestidad, tolerancia, iniciativa, entre otros factores a los que pudiéramos hacer alusión?
A la mayoría de nosotros, nos es muy difícil abandonar nuestra zona de confort, seguimos, a pie juntillas, el viejo adagio: “Si no está roto, no lo rompas”, no lo toques, no hagas olas y nos volvimos indiferentes ante el deterioro de nuestra sociedad y, en general, de nuestro país.

Lo anterior tiene un fundamento claro: nos sentimos, y nos pensamos, desconectados, ajenos, a todo.

Decimos frases como:

o   “Ésta empresa (institución) está de la… tristeza”, la empresa, NO YO.
o   “La colonia está de la… tristeza”, la colonia, NO YO.
o   “La ciudad está de la… tristeza”, la ciudad, NO YO.
o   “El Estado está de la… tristeza”, el Estado, NO YO.
o   “El País está de la… tristeza”; el país, NO YO.

Y olvidamos que si no nos consideramos parte del problema, no podemos ser parte de la solución.

Seguimos viendo, y criticando, la paja en el ojo ajeno, y hacemos nada, o muy poco (bastante poco), por quitarnos la viga que traemos en el nuestro.

Cerraré con una frase, de autor anónimo, que leí en estos días y que, en lo personal, me gustó mucho.

“A veces pedimos a Dios que cambie nuestra situación, sin saber que Él nos puso en ésta situación para que cambiemos”.

Por su tiempo y atención, muchas gracias.