“Hombres
necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo
mismo que juzgáis.”
- - Sor Juana Inés de la
Cruz.
Viendo
y viviendo las vicisitudes de nuestra cotidianidad política, económica y social,
llegaron a mi mente las sabias palabras de Doña Sor Juana Inés de la Cruz.
No
sé a Usted; pero a mí me llama la atención lo que está sucediendo en varios de
los países latinoamericanos, que están haciendo cambios trascendentales en su
administración pública, en aras de “castigar” la corrupción.
Lamentablemente
en nuestro país una gran mayoría nos hemos vuelto demasiado “comodines”, si es
que el término se acomoda, y como dice la frase que encabeza el presente: somos
la ocasión de lo mismo que juzgamos.
Hacemos
críticas y, la mayoría muy severas, sobre la ineficiencia de nuestros
legisladores y gobernantes, así como de algunos de los dirigentes que rigen el
destino de nuestras instituciones; pero acaso, ¿somos lo suficientemente
autocríticos para evaluar nuestra propia eficiencia?
¿Qué
tan a menudo nos cuestionamos a nosotros mismos sobre nuestra productividad,
honestidad, tolerancia, iniciativa, entre otros factores a los que pudiéramos
hacer alusión?
A
la mayoría de nosotros, nos es muy difícil abandonar nuestra zona de confort,
seguimos, a pie juntillas, el viejo adagio: “Si no está roto, no lo rompas”, no
lo toques, no hagas olas y nos volvimos indiferentes ante el deterioro de
nuestra sociedad y, en general, de nuestro país.
Lo
anterior tiene un fundamento claro: nos sentimos, y nos pensamos,
desconectados, ajenos, a todo.
Decimos
frases como:
o “Ésta empresa (institución) está de la… tristeza”, la empresa,
NO YO.
o “La colonia está de la… tristeza”, la colonia, NO YO.
o “La ciudad está de la… tristeza”, la ciudad, NO YO.
o “El Estado está de la… tristeza”, el Estado, NO YO.
o “El País está de la… tristeza”; el país, NO YO.
Y
olvidamos que si no nos consideramos parte del problema, no podemos ser parte
de la solución.
Seguimos
viendo, y criticando, la paja en el ojo ajeno, y hacemos nada, o muy poco
(bastante poco), por quitarnos la viga que traemos en el nuestro.
Cerraré
con una frase, de autor anónimo, que leí en estos días y que, en lo personal,
me gustó mucho.
“A veces pedimos a
Dios que cambie nuestra situación, sin saber que Él nos puso en ésta situación
para que cambiemos”.
Por su tiempo y atención, muchas gracias.