miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Qué significa hacer bien la tarea?

Viví 36 años de mi vida feliz, soltero y sin compromisos. Un día decidí casarme, y los siguientes dos años los viví feliz, casado y sin compromisos.

Hasta que el dos de abril de 2006 nació mi hijo. Desde entonces he vivido algunos días felices otros un poco menos, sigo casado, pero ahora con un enorme compromiso.

El compromiso es tal, que extralimité mis capacidades con la única finalidad de que ese muchacho tuviera mejores oportunidades que las que yo pude haber tenido en mis tiempos, que las tuve.

Pero de pronto me encuentro en un punto de quiebre, quizás en mi entusiasta afán, llevé las cosas al límite.

Mi hijo vive en una “buena” casa, en un buen vecindario, estudia en una buena escuela y es bastante popular entre sus amigos. Practica el deporte que le gusta, sobrevivió a un accidente de bicicleta que lo tuvo tres horas en el hospital y a sus padres con el alma en un hilo y sueña con ser, algún día jugador del Barcelona.

Hasta aquí la historia es color de rosa; la cuestión es que a su padre, o sea yo, brindarle ese ambiente me ha llevado a ir más allá de mis capacidades, me refiero a las económicas claro está, y de pronto, ocho años después lo pongo en perspectiva y me pregunto: ¿ha valido la pena?

¿Habré hecho, o estoy haciendo, bien la tarea?

Porque la carrera no es de velocidad, es de resistencia.

Y a esta carrera le faltan por lo menos otros 17 años, si Dios nos los permite a ambos.

Mis dudas son: ¿y si se me acaban las fuerzas? ¿y si la presión me aplasta? ¿qué pasará en esos próximos 17 años?

Y no es que dude de la capacidad de su madre, ni mucho menos. Pero estoy chapado a la antigua, que le voy a hacer, y por mucho que han cambiado los tiempos, papá sigue siendo papá. Ustedes entienden.

Entonces, dejo las cuentas a un lado, salgo a la terraza de su casa, enciendo un cigarro añejado, me sirvo una copa de vino y, con la primera bocanada de humo, mirando al cielo le pregunto a Papá (Dios).

¿Estoy haciendo bien mi tarea?

Y Papá me respondió:

¿Crees que Yo estoy haciendo bien la mía?

Entonces mi alma descanso y dormí en paz.