lunes, 16 de marzo de 2015

Como el lápiz.

El niñito miraba al abuelo escribir una carta.

En un momento dado, le preguntó:

¿Abuelo, estás escribiendo algo sobre mí?

El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto:

Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que lo escrito, es el lápiz que estoy usando.  Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.

El nieto miró el lápiz intrigado, y no vio nada de especial en él, y preguntó: ¿Qué tiene de particular ese lápiz? El abuelo le respondió:

Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán siempre de ti una persona activa y armoniosa con el mundo.

Primera cualidad: Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos.  Esta mano la llamamos Dios, y Él siempre te guiará para que vayas en una dirección según su voluntad.

Segunda cualidad: De vez en cuando necesitas dejar lo que estás escribiendo y usar el sacapuntas.  Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero estará más afilado.  Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.

Tercera cualidad: El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal.  Entiende que corregir un error no es malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de lo correcto.

Cuarta cualidad: Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro.  Por lo tanto, cuida siempre y cultiva lo que hay en tu interior.


Quinta cualidad: Siempre deja una marca. Haz de saber que quieras o no, todo lo que hagas en la vida dejará trazos.  Por eso intenta ser consciente de cada acción, para que las huellas que dejes ayuden a crecer, no a marchitar.

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