lunes, 5 de mayo de 2014

Limosnas de amor


Hola a Tod@s!

Hoy voy a tratar un tema que, quizá, algunos nos cause algo de ruido dado que tiene que ver con el amor al prójimo y, aunque no lo parezca, éste es un tema del que no se habla mucho en el trabajo ni, lamentablemente, en casa o con los amigos.

Todos somos capaces de dar algunas limosnas, me refiero a las económicas o materiales, y las damos.

Le damos, por lo menos un peso, si nos sentimos espléndidos pues damos cinco, al limpia parabrisas del semáforo, otros tantos a la señora que pide en el crucero, algunos pesos más al que cuida el estacionamiento y así hasta donde nuestras posibilidades, económicas alcancen.

Lo curioso es que muchos nos quejamos de la situación económica que atraviesa el país o nuestro estado o, el mundo en general; porque no solo en México se cuecen éste tipo de habas (como dice el dicho) y sin embargo seguimos haciendo esas “generosas” donaciones. Quizás pensando que con eso expiamos algunas culpas que la desigualdad nos hace sentir. ¿Por qué yo tengo mucho y otros muchos no tienen nada? Y creemos que con esas limosnas componemos o pailamos un poco la situación.

Por tal motivo, aunque nuestra situación económica no sea tan holgada como quisiéramos, vamos dando un peso por aquí otros más por allá.

El detalle es que el dinero es un bien escaso y los pobres o muy pobres son muchos, si yo quisiera ayudar a todos ellos me sería casi imposible; debería haber amasado una considerable fortuna y todavía así, me lo pensaría dos veces o quizás más, antes de regalar mi fortuna. Porque como mandan los cánones de la economía, si doy todo lo que tengo me quedaré con nada.

Pero, aquí me nace una serie de preguntas un poco más quisquillosas:

 ¿Qué pasa con el amor?

¿Si doy todo mi amor me quedaré con nada?

¿Así como voy repartiendo dinero por el camino, reparto amor?

¿Cuántas veces estrecho la mano del que me limpia el parabrisas o de la que me vende el chicle?

¿Sé como se llaman?

¿Sería capaz de abrazarlos?

Lo triste de este asunto es que muchos de nosotros no hacemos eso ni con nuestra familia ni, mucho menos, con nuestros vecinos o colaboradores de trabajo.

¿Por qué nos cuesta tanto regalar amor?

¿Cambiaría algo en el mundo si de la misma manera que vamos dejando monedas por el camino, dejáramos amor?

Quizá la experiencia de San Francisco de Asís con el leproso pudiera servirnos de ejemplo, he aquí un extracto:

“De tal manera le echaba atrás el ver los leprosos, que, como él dijo, no sólo no quería verlos, sino que evitaba hasta el acercarse al lazareto. Y si alguna vez le tocaba pasar cerca de sus casas o verlos, aunque la compasión le indujese a darles limosna por medio de otra persona, siempre lo hacía volviendo el rostro y tapándose la nariz con las manos. Mas por la gracia de Dios llegó a ser tan familiar y amigo de los leprosos, que, como dice en su testamento, entre ellos moraba y a ellos humildemente servía.”

Por su parte la Madre Teresa que prácticamente dedico su vida a la caridad decía que la caridad no era la solución.

Supongo que se refería a la caridad en términos de dinero; porque si alguien ha dado su amor al prójimo en este mundo ha sido Ella.

Concluyo la reflexión.

Hay quienes damos sin buscar o contar cuánto traemos en nuestros bolsillos o en nuestra cuenta bancaria, hay quienes buscamos y contamos antes de dar, porque sabemos lo que cuesta ganar el dinero; pero, ¿cuánto cuesta ganarse el amor? ¿será que tenemos poco o mucho amor? ¿cómo andan nuestras cuentas en ese sentido?

¿Será que nos la pensamos para dar amor o lo damos desinteresadamente a cuanta persona se cruce por nuestro camino?

¿Podrá el mundo ser mejor si damos mas a mor que dinero?


Por su tiempo y atención, muchas gracias.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario