lunes, 12 de mayo de 2014

¿Qué tan humanos e inteligentes somos?

¿Por qué la pregunta?

Bueno, vamos a contestar la siguiente:

¿Para que vivimos?

Y conste que no es lo mismo que preguntarnos ¿por qué? Ésta es muy fácil de contestar.

Pero, “¿para qué?”, nos complica un poco más el asunto.

¿Cuál es el sentido de nuestra vida? ¿Lo sabemos?

¿Qué le estamos haciendo a nuestros semejantes y a este planeta?

El otro día estaba preparando un curso y me metí al famosísimo google para buscar unas imágenes sobre la contaminación ambiental, no se imaginan la tristeza que me dio ver esas imágenes, los invito a que hagan lo mismo, échenles un vistazo.

Y que si nos metemos a revisar lo que sucedió en el holocausto y lo que pasaba en los campos de concentración o, sin ir más lejos, lo que sucede en muchas de nuestras cárceles y, peor aún en muchas de nuestras casas donde existe, SI, si existe, la violencia intrafamiliar.

En estos y muchos casos más, yo me preguntaría: ¿Dónde quedo nuestra “humanidad”?

Nos hacemos llamar “Seres Humanos”; pero, ¿lo somos?

Nos decimos que somos inteligentes; pero, insisto ¿lo somos?

¿Qué de inteligente tiene contaminar ríos y deforestar los bosques y selvas para quedarnos muy pronto sin agua potable?

¿Qué de inteligente tiene matar a miles de mis semejantes por un poco de oro, por un “tesoro” que, al fin y al cabo, no voy a poder llevar conmigo cuando deje éste mundo?

¿Valió la pena?

¿Será que a eso venimos, a acumular tesoros?

Que tal una pregunta sencilla: ¿Cuántos pares de zapatos necesito?

Piénsenlo con calma, la respuesta es solo para usted.

El detalle está en que luego nos decimos sorprendidos: ¡Mira nada más, cómo está el mundo, a dónde irá a parar!

No sería mejor preguntarnos ¿a dónde lo estamos llevando? ¿qué estamos haciendo de él?

El problema es que nos sentimos o nos consideramos aislados de todo, decimos:

El mundo se está volviendo…, el mundo, no yo.

México  es esto o aquello…, México, no yo.

Esta ciudad es…, esta ciudad, no yo.

Pregunta: ¿Qué tan consciente soy del mundo que me rodea?

¿De verdad estoy consciente de lo que le hago a este planeta y por qué?

¿Con cada decisión que tomo, qué gano, qué pierdo?

¿Tendré algo que ver con la deforestación, con la extinción de las especies, con la contaminación de los ríos y mares? O nada tengo que ver.

¿Tendré algo que ver con el hambre en el mundo, con la desigualdad, con la desesperanza?

¿Soy consciente de las decisiones que tomo? ¿Soy libre de elegir qué hacer y cómo hacerlo?

Decía el finado Og Mandino que Dios nos dio un don que ni siquiera a sus ángeles concedió:

El libre albedrío, la libertad de elegir.

Que, dicho sea de paso, es la verdadera esencia de la libertad.

Si no podemos elegir, no somos libres.

Pero, ¿qué tanto poder de elección tenemos?

¿Elegimos a los amigos o ellos nos eligen a nosotros?

¿Elijo la ropa que voy a vestir o la eligen las personas con las que convivo?

¿Si decido, hoy, andar sin zapatos, lo hago? ¿Tengo esa libertad?

¿Qué es lo que realmente puedo, yo, elegir?

Creemos que tenemos el control de nuestras vidas; pero, ¿lo tenemos?

Es más, muchos creemos que tenemos control sobre las vidas de otros, insisto, ¿lo tenemos?

Y, si así fuera, ¿cómo usamos ese control? ¿Para qué lo usamos?

¿No será una mera ilusión?

Albert Einstein dijo alguna vez: "Solo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana. De lo primero no estoy tan seguro".



¿Por qué lo diría?

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